La app que va al rescate de la comida a punto de vencerse
Una bolsa sorpresa que en su interior contiene comida en buenas condiciones, pero a punto de convertirse en pérdida, a muy buen precio. Esa es la apuesta de Goodmeal, una app chilena que en dos meses ya cuenta con más de 6 mil usuarios y 100 locales asociados.
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Daniel´s Bakery ofrece una bolsa por $2.500. Juan Valdez Café por $4.000. En Kofi quedan disponibles dos bolsas por $4.200 y en Factory Nine se acabaron las bolsas a las 12:39. Eso ofrece Goodmeal.
Rodrigo Haydar (30) y Maximiliano Acosta (26) fueron compañeros de ingeniería comercial en la Universidad del Desarrollo, amigos, y ahora socios. Cuentan que a finales de junio se juntaron a almorzar en un restaurante que ofrecía menú buffet.
En un momento, al final del turno, se fijaron que el personal estaba metiendo la comida restante en bolsas para la basura. Conversando con ellos les contaron que lamentablemente no contaban con una salida más eficiente para esos productos. Porque si bien existen algunas fundaciones que se dedican a recolectar y repartir entre quienes más la necesitan, por un tema de logística y tiempo de consumo, no siempre resulta factible.
“Partamos de la base de que nadie quiere botar comida, pero en algunos casos no existe la alternativa”, afirma Haydar. La semana siguiente a ese almuerzo, los amigos se dedicaron a conversar con cafeterías, verdulerías, restaurantes y almacenes de barrio, para comprobar si efectivamente su hipótesis se validaba y requería una solución. “Efectivamente se repetía el patrón en el 80% de los casos”, cuentan.
Entonces idearon un sistema que no implicara un esfuerzo operacional para los locatarios pero que se hiciera cargo de la merma. Se preguntaron qué alternativas eficientes había en el mundo que abordaran este problema en la etapa del consumo y se encontraron con que en Europa el tema estaba avanzado.
En Dinamarca hay una app que se llama Too good to go y que funciona en nueve países. Tomaron algunas de esas ideas y las adaptaron a nuestra realidad local. ¿Cómo definen el servicio que ofrece GoodMeal? “Toda aquella tienda, ya sea restaurant, cafetería, pastelería, verdulería, almacén de barrio o tienda, que tenga excedentes de comida al final del día, puede conectar con diferentes usuarios, conscientes y responsables, que están dispuestos a rescatarla a un precio conveniente, evitando que se transforme en desperdicio”.
El equipo fundador
En un mes ya habían levantado un volumen considerable de información pero necesitaban asociarse con alguien que pudiera desarrollar la tecnología, ya que ellos manejaban nociones básicas.
Se sumó José Castro (35), ingeniero civil informático de la Universidad de Concepción, como Chief Technology Officer (CTO) a cargo de desarrollar la app. Al tercer mes se unió además Gabriel Lara (31), cuarto socio fundador con dedicación full time en la operación.
El resto de los socios han mantenido sus respectivos empleos, con la idea de llegar a GoodMeal de manera escalonada. Estaba presupuestado que Maximiliano, que se desempeñaba como Product manager en Forus, dejara ese cargo en mayo del próximo año para dedicarse exclusivamente a la app, pero considerando el despegue que ha tenido, ese plazo se adelantó para este mes.
En las próximas semanas el ingeniero comercial se irá a vivir a Viña del Mar con la misión de expandir Goodmeal a la Quinta Región. Además la plataforma cuenta con un equipo de apoyo compuesto por un jefe de ventas y dos practicantes.
Win win
El factor innovador de Goodmeal, aseguran sus socios, es que disminuye la barrera de personalización porque no se transa un producto concreto. “La mayoría de los locatarios no pueden predecir qué va a sobrar al final del turno. Pero por su actividad de venta diaria sí saben que les va a sobrar comida”, explica Rodrigo, que vive en Puerto Varas hace dos años vive y trabaja en Australis Seafoods.
Entonces idearon bolsas sorpresas llamadas goodbags que contienen un volumen mínimo, previamente acordado con el local, y a un precio fijo. Ahí pueden mezclarse diferentes productos del día que no fueron vendidos pero que están en perfectas condiciones para ser consumidos. Por ejemplo, una panadería puede armar una bolsa sorpresa que en su interior contenga pan de masa madre y cupcakes. “Pagar poco, por harto”, agregan como ventaja para los usuarios.
La idea es que el precio fijo acordado sea hasta un tercio del valor comercial original, pero sin caer en una lógica de remate. Por parte de los locatarios, los beneficios también son claros; toda la comida que antes tiraban a la basura, ahora pasa a ser una goodbags y la app lleva a los clientes directamente a retirarla.
Además eso se traduce en la llegada de nuevos clientes con posibilidad de recurrencia. Como valor agregado se les otorga, tanto a los usuarios como a los locales asociados, la posibilidad de tomar acción en la solución de un problema concreto y global como es el desperdicio de alimentos.
Factor sorpresa
El 7 de octubre lanzaron la app y ya cuentan con más de 100 comercios asociados, 6.500 usuarios activos y aproximadamente 3.100 comidas rescatadas. Aseguran que el 89% de las goodbags publicadas, se han vendido y que en las encuestas realizadas aparece el factor sorpresa como el principal atributo de GoodMeal.app, incluso antes que la sustentabilidad.
“El crecimiento ha sido mucho mayor de lo esperado y, como todos los starters, estamos corriendo para estar al día con el desarrollo tecnológico que requiere la plataforma”, comenta Rodrigo. Por cada bolsa rescatada, la app se queda con una comisión fija de $1-$1,2 dólares (600-800 pesos chilenos).
Cuentan que les costó entrar al mercado porque en plena pandemia, muchos dueños o arrendatarios de tiendas y restaurantes, les decían que preferían mantener una producción estrecha, sin excedentes.
Partieron ofreciendo goodbags vía Whatsapp y su primer cliente fue la pastelería Factory Nine. “Ellos le otorgan mucho valor a la estética, entonces si se les aplastaba la esquina de un cheesecake, no podían venderlo. Esa merma les dolía y tener un canal alternativo de venta representa una buena solución. Se transformaron en nuestros early users”.
Rodrigo Haydar, CEO de GoodMeal.
Próximos pasos
Una vez validado el sistema, decidieron lanzarse y desarrollar la aplicación. Haydar y Acosta funcionan como dupla creativa y comparten criterios estéticos. Juntos fueron dándole forma a la marca: “La sustentabilidad está asociada a colores como el verde y el café, pero nosotros también apostamos por el rosado porque representa sabor y entretención. También fuimos cambiando de nombre, en un principio la app se llamaba Wasteless pero era muy difícil de pronunciar si estamos pensando en Latinoamérica como mercado objetivo”.
Hasta aquí Goodmeal es 100% propiedad de sus cuatro socios fundadores, con porcentajes distintos. Ahora están participando de dos convocatorias para obtener fondos de expansión: Start-Up Chile de Corfo y 500 Startups.
Su meta para el próximo trimestre es estar en cinco regiones de Chile, y para el segundo semestre de 2021, iniciar la internacionalización regional. “La torta es grande y el problema es grave”, afirman respecto de la posible competencia.
Filosofía y educación
“No somos solo una aplicación. Nos consideramos algo bastante más grande que eso. Somos un movimiento que intenta luchar contra el desperdicio de alimento en la etapa de consumo”, señalan a modo de declaración de principios.
Acorde con esa intención, crearon un blog y mantienen redes sociales en las que comparten campañas educacionales y recetas para aprender a reutilizar la comida. “En Chile se botan unos 3.700 kilos de comida anualmente. Es necesario crear conciencia”, enfatiza Maximiliano. Agrega: “Una manzana con un machucón se puede transformar en compota o en un postre crumble. Pero mucha la gente no lo ve así por eso hay que reeducar y comunicar”.
En términos medioambientales las cifras también son elocuentes. Según datos de la FAO, el desperdicio de alimentos es responsable de aproximadamente el 10% del total de la emisión de gases invernaderos en el mundo. En ese sentido, Rodrigo adelanta otro propósito de GoodMeal a mediano plazo: incidir, a través del levantamiento de datos, en la creación de políticas públicas que aborden el problema.